jueves, 30 de abril de 2009

El libro


Se acurrucó entre sus sábanas y se preparó para abrir una vez más su libro especial.

Era un momento muy importante, uno nunca sabía que podía depararle el destino al descubrir sus páginas. Jamás olvidará la vez que terminó rodeado de ciertos personajes que le miraban amenazante, con más objetos punzantes que los que cualquier persona decente esperaría ver en toda su vida. Por suerte la mayoría de las veces le ocurrían cosas agradables y divertidas, sino no estaría allí tomando el riesgo, una noche más.

Un último suspiro, cerró los ojos, sus dedos hicieron el honor y el libro quedó descubierto, quedando aproximadamente la mitad de sus hojas a cada lado. No sin miedo, abrió sus párpados lentamente.

Caía, simplemente caía al abismo. Uno nunca llega a acostumbrarse a estos sobresaltos, pasar de estar tranquilamente en tu cómoda cama a atravesar el cielo a 90 Km por hora en picado no es algo que se digiera de manera sencilla, pero él se lo había buscado. Intentó calcular el tiempo que le quedaba antes de parar de una forma que probablemente no le iba a gustar, pero vió con sorpresa que el final estaba muy lejos, si es que lo había, por lo que se tranquilizó bastante, es bueno saber que se dispone de mucho tiempo en una situación así, aunque en ese momento no tengas la menor idea de qué hacer.

Ahora que tenía la mente más despejada pudo pensar con algo más de claridad, dentro de lo que cabe claro. Se miró los brazos, fue agradable descubrir que habían unas grandes y fuertes alas en su lugar. Todo su cuerpo parecía preparado para el vuelo, al parecer ahora era algún tipo de ave. Poco a poco fue cogiéndole el truco a esto de volar y planear, era difícil pero al cabo de un rato era capaz de controlarlo bastante bien, así que se dispuso a disfrutar. Le quedaba más o menos una hora antes de reaparecer en su cama bajo su estado original, y no iba a desaprovechar un sólo minuto, nunca se sabe cuándo volverás a saborear un momento así.

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Dedicado a todos aquellos que aún creen en la magia. Sólo hay que saber dónde buscar.